Los estados de ánimo influyen en el apetito y en los hábitos alimentarios. Y la comida, a su vez, influye en el cerebro y en el sistema nervioso central. ¿Lo sabías? Aunque te parezca increíble existe una estrecha relación entre la mente y la comida. Y esta llamada "nutrición emotiva" se basa en dos principios fundamentales de la nutrición ortomolecular:
1) Una vida emocional equilibrada favorece hábitos alimentarios saludables y enriquecedores.
Este principio considera que el equilibrio emocional conduce al equilibrio nutritivo y previene los ritmos de alimentación disfuncionales. Cuando la persona está centrada emocionalmente tiene la fuerza interior necesaria para adaptarse a una nutrición de máxima eficacia y hacer frente a imprevistos más o menos desagradables.
2) Los hábitos alimentarios influyen en los estados de humor. Según este principio, la selección inadecuada de alimentos afecta el estado emocional de la persona.
Ahora bien ¿qué aspectos hay que tener en cuenta para no estar de mal humor por culpa de nuestra alimentación?
Mirada integral
La licenciada en nutrición Lucía Vallejo Trejo dio un ejemplo para explicar por qué la alimentación puede modificar el estado de ánimo: si un plan de alimentación es carente de energía, de nutrientes, inadecuado a los gustos y horarios de la persona y además tiene prohibiciones, no sólo producirá mal humor sino que favorecerá la no adherencia a esta dieta.
"Entonces, no sólo hay que tener en cuenta aspectos relacionados al abordaje nutricional sino también las actitudes que desarrollará la persona para afrontar la dieta y mantener el cambio de alimentación y de estilo de vida", apuntó.
Decisión y compromiso
Actualmente, la terapia motivacional, la psicoeducación y la terapia cognitiva conductual son modalidades de abordaje que cobran fuerza. "Se busca que los pacientes analicen las ventajas y desventajas de cambiar. Sólo a partir del momento en que el paciente tome la decisión y el compromiso de iniciar un proceso terapéutico con responsabilidad podrá llevar a cabo acciones que produzcan cambios en su conducta, sin quedar atrapado en la repetición e insatisfacción que afectan el estado de ánimo", subrayó Vallejo Trejo.
El médico nutricionista doctor Pablo Gallo Valverde comentó que su principal referente en este tema es la doctora Judith Wurtman, investigadora del Instituto de Tecnología de Massachusetts y autora de "Managing Your Mind and Mood Through Food" ("Lo que comemos cambia la manera en que pensamos y sentimos").
Coincide plenamente con Wurtman cuando asegura que podemos ser manipuladores de nuestro estado de ánimo y agudeza mental "tan sólo con lo que comemos y en el momento en que lo hacemos", y los efectos pueden suceder rápidamente.
Sin embargo, la mayoría desconoce la estrecha relación que existe entre el humor y la elección de los alimentos. Por eso se analiza el estado de su salud en forma disociada y no de manera integral, como lo sugieren el doctor Gallo Valverde y la licenciada en nutrición Susana Arana.
"Separamos la alimentación de nuestro estado de ánimo, de la actividad física que hacemos o sin tener en cuenta la vida sedentaria que llevamos. Pero en el organismo todo se relaciona, y esta relación es la que determina nuestro estado de salud", enfatizó la especialista. Coincidió con Gallo Valverde al sentenciar: "nuestra dieta puede determinar nuestro estado anímico en forma clara".
Arana apuntó que hay al menos cuatro aspectos a tener en cuenta cuando se habla de la relación entre la alimentación y el estado de ánimo: 1) si la persona está haciendo dieta para bajar de peso; 2) si mantiene una alimentación sana pero muy baja en calorías; 3) si consume comida "chatarra" o lo que sabe que le hace mal y 4) los estados emocionales al momento de la ingesta porque estos inciden en los neurotransmisores.
Imposiciones externas
Los tres especialistas coinciden cuando advierten que en el análisis de la relación entre el estado de humor y la alimentación hay que dejar de lado todos los estados de ánimo que aparecen al realizar una dieta para adelgazar. ¿Por qué? Porque es sabido que cuando una persona comienza una dieta para adelgazar le puede causar irritación, mal humor, melancolía, y hasta exacerbar la depresión. Dependerá del tipo de dieta y de la restricción calórica que tenga. Aquí los cambios de humor tienen que ver con las imposiciones externas.
Pero a no ponerse tristes. El doctor Gallo Valverde y las licenciadas Vallejo Trejo y Arana alertan que hay alimentos que ayudan a mejorar los estados emocionales: el pescado de mar y los mariscos, por ejemplo, equilibran el ánimo, y los alimentos dulces levantan el bajón que produce la caída de serotonina en sangre.
Causas alimentarias que cambian el ánimo
- Bajo nivel de azúcar en sangre.- Cuando baja el nivel azúcar aparece la fatiga y otros síntomas: ansiedad, depresión, irritabilidad, cambios de humor, nerviosismo y ansias de dulces, sudores, temblores, dolor de cabeza y disminución de la capacidad mental. La dificultad para concentrarse o recordar es la primera señal que precede al cambio de humor.
- Valores altos de acido láctico.- El ácido láctico está presente en la sangre durante los periodos de mucha actividad física o esfuerzo muscular. Los niveles elevados de lactosa conducen a un estado de ansiedad cuyos síntomas incluyen temblor, confusión, fatiga, irritabilidad y miedo, entre otros.
- Disfunciones hepáticas.- Cuando la glucosa cae bruscamente, el hígado empieza a trabajar para aumentar de nuevo los niveles. Alcohol, drogas, estrés, elegir alimentos inadecuados y los niveles altos de lactosa dañan los sistemas enzimáticos del hígado. Para desintoxicarlo recomiendan hacer una dieta vegetariana.
- Sistema inmune en peligro.- El sistema inmunológico protege el cuerpo de las infecciones y rechaza la enfermedad. Pero cuando está agotado, o con una pequeña cantidad de estrés oxidante puede causar un cambio de humor.
- Intolerancia alimentaria.- Si se experimentan con frecuencia reacciones desfavorables a ciertos alimentos es posible que sea alérgico o que no se toleren esos productos. Se manifiestan con infecciones crónicas de los oídos, bronquitis permanente, disfunciones digestivas agudas y otras afecciones autoinmunológicas. Estos males tienen un impacto negativo en el estado de ánimo, ya que producen ansiedad, depresión y sentimientos de turbulencia Las alergias alimentarias pueden afectar la función mental y contribuir a disfunciones de las emociones y cambios de humor.